Mi diagnóstico y mi vida sexual

Siempre sentí que mi vida sexual era “normal”. Habían temporadas de auge y otros de sequía, pero nunca le di tanta importancia. Obviamente, como todos, creí que hay muchas cosas que pueden afectar el deseo sexual. Hace poco menos de un año, me diagnosticaron con TAB (Trastorno Afectivo Bipolar). Esto le dio sentido a muchas cosas, una de ellas: mi libido.  

Noté estados muy marcados, llegué al punto de que era “todo” o “nada” y no entendía por qué.

Resulta que ese “todo” era yo en un estado de hipersexualidad donde quería y me atrevía a lo que sea para sentir placer y satisfacción, y el “nada” era yo sin deseo alguno, sin querer sentir otra piel, ni que me toquen o me miren; que, muchas veces, son efectos de la medicación. Y claro que esto tiene un impacto en la vida sexual.

Aprendí a aceptar y controlar estos estados con terapia y conversando abiertamente con mi pareja. Llegué a entender que esto también se presenta en personas neurodiversas; es decir, con depresión, ansiedad y con trastornos.

No fue fácil para aceptar que esta parte de mi, tan personal e íntima, se sentía como algo ajeno. Sin embargo, validarlo me ayudó a darle más sentido y a poder explorar con otros ojos mi vida sexual.

Aceptar mi diagnóstico ha traído cambios en mi vida. Aprendí a disfrutar mi sexualidad bajo mis propios términos. Ser una persona neurodiversa no nos aleja de la sexualidad: igual sentimos placer y tenemos identidad sexual, simplemente lo percibimos y demostramos de diferentes maneras.

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